Por Fábio Yamamora, Director General de Yamá Cosméticos
La población brasileña está envejeciendo. El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) calcula que en 2060 1 de cada 4 brasileños será anciano, es decir, el 25,5% de la población. Según el estudio, la proporción de personas mayores de 65 años alcanzará el 15% de la población en 2034, y superará la barrera del 20% en 2046.
Esta proyección indica un nuevo escenario de consumo para las próximas décadas en Brasil y en todo el mundo. Según el estudio Cosmetics Products Market 2021, el envejecimiento de la población será el principal motor de la industria de la belleza a nivel mundial. Para 2050, se espera que la población mundial mayor de 60 años alcance los 2.090 millones.
Olvídese de la imagen de ancianos simpáticos haciendo punto o sentados frente al televisor. El estudio predice que la esperanza de vida de las mujeres será de 86,3 años en 2050, mientras que la de los hombres será de 83,6 años, y eso sin renunciar a actividades sociales, de ocio e incluso profesionales. Por eso, el papel de la industria cosmética será ayudar a que el cuerpo, el cabello y la piel de las mujeres estén a la altura de su vitalidad.
Desde el punto de vista cosmético, existe una fuerte demanda de productos antioxidantes y antienvejecimiento, así como de soluciones para tratar y prevenir algunos de los cambios naturales de la edad que pueden evitarse o, al menos, retrasarse, como la piel más seca, la caída o el debilitamiento del cabello, entre otros efectos que están impulsando los nuevos descubrimientos de la industria.
En el sector del cuidado del cabello, los segmentos más explorados serán la coloración y el tratamiento. Por un lado, será importante ofrecer coloraciones específicas para cubrir completamente las canas. Por otro, crece la demanda de tratamientos y productos que realcen la belleza de las canas, con tintes, champús, acondicionadores y productos de acabado.
Sin embargo, independientemente del segmento de la industria de la belleza, la proporción de personas de más de 60 años con respecto a los productos cosméticos es cada vez mayor. Como resultado, necesitamos replantear lo que solíamos considerar la 3ª Edad para satisfacer las demandas específicas de este público consumidor enérgico, dispuesto a invertir en fórmulas que añadan bienestar a lo que puede ser la mejor fase de la vida.
